La ‘Carta abierta a Juan Luis Cebrián’ que creyeron desaparecida

Lo peor que te puede ocurrir cuando intentas ser comunicador es perder la rutina de escribir. Llevo días, quizás semanas, pensando cómo retomar esto que había dejado. Mis vacaciones en materia de opinión se han alargado más que considerablemente, y tengo que volver a aquello que algunos me reprochan, a mis quejas diarias. Aunque vuelva a las andadas con un texto que en su mayoría no es mío, creo que hoy es un buen día para retomar la escritura. Siempre me he quejado del periodismo actual –como los que gritan el mítico «Odio eterno al fútbol moderno»–, y aunque no tengo voz suficiente para hacerlo, hay algunas personas que sí pueden llegar a un gran público. Hoy es el día en que hierve la sangre en las redes sociales, al ver cómo la carta abierta a Juan Luis Cebrián –presidente del grupo PRISA– escrita por tres trabajadores de El País, en la que criticaban abiertamente su situación y la del periodismo en su diario, desaparecía de la página web. Las maravillas de internet permitieron que la carta quedara almacenada en caché, por lo que todavía puede leerse íntegramente. Yo me voy a tomar la libertad de reproducirla desde aquí.

CARTA ABIERTA A JUAN LUIS CEBRIÁN

Juan Luis:

No le negaremos que en este blog tenemos muchas discrepancias con la línea editorial de El País. Aun así, puesto que la mayoría somos periodistas, nos sentimos obligadas a posicionarnos en defensa de esta profesión, dadas las circunstancias y sus declaraciones.

Nos perdonará el tono crudo, Juan Luis. Pero hemos aprovechado que se lleva esto de las calles, es decir, cartas de dirección única para explayarnos y para que, de paso, conozca a tres de las personas que trabajan para su periódico. Tres personas que, suponemos por sus declaraciones, son la avanzadilla de esa generación ¿futura? de periodistas de El País con perfiles digitales, lejos de cumplir la media de 53 años y remotamente más lejos de tener un salario medio de 88.000 euros. Salimos muy baratos porque tenemos muchas ganas de trabajar, aunque sea gratis. Como suponemos que ignora, desde Prisa sólo nos llegan asépticos mails con el eslogan «inteligencia de mercado» debajo del logo de la empresa y con los visitantes que tiene este blog. Decenas de miles el último mes. Usted se aprovecha del capital simbólico que generan nuestras ideas y la imagen que da que El País, aunque sea en un blog, reconozca determinadas cosas. También se ha llegado a situar estratégicamente numerosos tipos de propaganda bajo nuestros nombres y caras en la parte superior del blog, aunque nunca hayamos recibido retribución económica por ello. Como podrá imaginar, formamos parte de esos jóvenes que no entran en sus estadísticas porque no tienen contrato laboral, colaboradores a los que nunca se les ha querido contratar pese a que realizan tareas estructurales.

Desde luego, tampoco conocemos ni conoceremos lo que es «vivir tan bien». Pero sin rencores, Juan Luis. Desde aquí, a pesar de desconocer si llegará a leer esto, le proponemos algunas ideas muy rentables para llevar a cabo esa «profunda transformación» que quiere hacer en su periódico y poder así, suponemos, seguir cobrando sus (esto sí) 13,6 millones de euros anuales.

Para empezar, puede llenar las universidades con ofertas para prácticas ¡gratis! en el periódico (está comprobado: lo gratis tira mucho en España). Después, le proponemos que lance becas por doquier (sí, son precarias, pero oiga, ¿y la experiencia?, ¿y lo que enriquecen?), para terminar erigiéndose como adalid de las oportunidades y del progreso (en la línea) ofreciendo un blog a cada joven perdido que se ha entrevistado durante el verano. Puede llamarlo «generación precaria» y a lo mejor incluso algún sociólogo lo empieza a usar y crea usted solito (le guardaremos el secreto) otra etiqueta más para nuestra malherida y vaciada de significado generación. De esta forma, su plantilla de jóvenes precarios con perfil digital sería la materia prima de la noticia, a la vez que procesadora de ella. ¡Podrían incluso hacerse entre ellos mismos las entrevistas! ¿Y qué tal un Gran Hermano en las redacciones? Sería algo así como lo que fue convertir CNN+ e GH 24h, pero con el plus de que sus miembros, además, trabajarían. No haría falta ni tirar de agencia: El País crearía y procesaría sus propios contenidos, ¡como Telecinco! ¿Qué le parece? Matías Prats diría: esto sí que es ahorrar.

Pero para qué nos vamos a engañar, Juan Luis. En realidad, todos sabemos que lo de la plantilla cara y vieja es una forma (bastante burda, eso sí) de excusar un recorte con un sentido puramente económico, y que no está en su cabeza eso de hacer una transformación del proyecto del periódico. Vamos, que tras sus pasos ciegos de capitalista de casino con Digital+, radios en Miami y teles latinoamericanas, El País le molesta y lo quiere quitar de encima cuanto antes. ¡Total, usted ya tiene asegurado su retiro dorado! De lo contrario, hubiera escuchado a la plantilla, en lugar de lanzar con repugnante indiferencia ese comentario de que «quien aprueba o reprueba a su presidente y ejecutivos en la asamblea de accionsitas, no la de los trabajadores», que es algo así como decir «me importa una soberana mierda lo que digáis porque yo cobro de Liberty». Y eso está feo, Juan Luis, está muy feo.

Es una pena, porque seguro que puede encontrar muchas opiniones valiosas sobre el rumbo que puede tomar el periódico. No se ofenda, pero eso de que «el periodismo ha muerto» y las redes sociales son el futuro está un poco trillado, es como demasiado cómodo, ¿no cree? De hecho, ¿no cree que si Internet tiene el monopolio de la inmediatez, la prensa escrita puede ofrecer la reflexión y la calidad que no puede un Eskup? Y se lo decimos nosotras, que tenemos perfiles digitales.

Por último, le recordamos que con su sueldo puede pagar 400 sueldos de plantilla según convenio vigente. Que ya lo sabe, pero no está de más. Como mientras exista libertad de mercado la libertad de opinión no molesta porque es totalmente vendible, pues aprovechamos. Algo bueno nos tendríamos que llevar.

Tú ibas de azul

Al parecer, la libertad de opinión sí que molesta. Si no lo hiciera, no habría desaparecido la carta que Mayka de Castro Rodríguez, Marc Delcan Albors y Jorge Ramos Tolosa escribieron ayer; la carta que recorrió los Twitters de cientos de personas, y que muchos se preguntan dónde pueden leer completa porque ha desaparecido del blog.

Precisamente, son periodistas como ellos, los que podrán salvar al periodismo del fracaso al que lo abocan personas como Cebrián. Y aunque esto no lo lean tantas personas como Tú ibas de azul o cualquier otro blog de El País, corro con la ventaja de que ni Juan Luis Cebrián ni nadie podrá hacer desaparecer esta entrada.

Fotos: robadas de Alberto Muriel; de EFE en la Carta Abierta de Tú ibas de azul.

9 Respuestas a “La ‘Carta abierta a Juan Luis Cebrián’ que creyeron desaparecida

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  3. Vaya carta bien escrita. Creo que tienen futuro escribiendo y que son valientes diciendo la verdad. Ánimo y seguid así, que seguro que faena no os ha de faltar.

  4. Bravo por los autores del blog «Tu ibas de azul» y bravo para tí por acogerla en el tuyo y reproducirla.
    Gente como Cebrián son los culpables de nuestra situación, pequeños psicópatas ignorantes que no van a ser castigados sino premiados.
    Así está pasando, en mayor o menor escala por todos lados. El castillo de naipes de este país absurdo está cayendo sobre los de siempre.

  5. A LA ATENCIÓN DEL CONSEJERO CEBRIÁN

    Todo felpado de moños,
    el oso esgrimió, tal vez,
    algunos pasagonzalos
    de bellaco proceder.
    Desquitaba con los brazos
    a los perros el morder
    y andaba a bofetadas
    al derecho y al revés

    f. de Quevedo

    D
    ESESTIMADO consejero:
    Sin más preámbulos, me dirijo a ti, en calidad de otro más de tus múltiples damnificados.
    Primero.- Declaro mi incomprensión y repudia a tus supuestos comentarios, ante periodistas y otras personas, acerca de que la desconvocatoria de huelga votada por la Asamblea General de los trabajadores de esta Empresa fue como consecuencia de tus amenazas de enterar a los lectores, mediante la publicación en el diario El País, de nuestros salarios. Salarios, por otra parte, públicos y notorios, y no así los tuyos y los de los demás ejecutivos que tú diriges con mano férrea. No termino de creerlo, pues tienes mi consideración de avisado profesional de la información.
    Segundo.- La mediatización que ejerces sobre las negociaciones de nuestro Convenio Colectivo, con tus acometidas verbales, son impropias de quien se erige como valedor de la democracia en los innumerables foros que tú y el señor González Márquez queréis dirigir para alertar a la opinión pública sobre la pérdida de valores democráticos y en los que se rechazan “las descalificaciones y los insultos como parte de la acción política”, de los que, entiendo, no estás falto, a tenor de tu comportamiento contra los trabajadores de esta Empresa.
    Tercero.- Quiero llamar tu atención, bajo mi consideración particular, y comunicar-te que esta institución sindical, a la que me honro pertenecer desde siempre, no está dispuesta a perder su identidad de Representación Laboral negociadora, que ha sa-bido mantener la paz social en esta casa con la clara motivación de prosperar orde-nadamente y de dar todo lo que de sí da una plantilla como la nuestra y ha propor-cionado en todos los momentos de nuestra existencia como empresa periodística. Sin duda, como tú mismo dices, no te vamos a dar lecciones sobre nuestra historia. Sin embargo hay circunstancias que ahora rechazas, quizá porque las consideras nostál-gicas y antagónicas respecto de ese otro tipo de relaciones laborales que no te atreves a mencionar en público, pero que quieres aplicar en esta Empresa como lo vienes haciendo en el resto del Grupo. Esta cuestión no es otra que la de desmoronar los derechos adquiridos en nuestro Convenio y que conceden a la Representación de los Trabajadores la oportunidad de defenderlos y acrecentarlos, del mismo modo que debe, sin duda, hacer la Empresa, aunque en nuestro caso en menor medida, ya que las leyes del capital nos favorecen menos.
    Cuarto.- Hagamos lo que hagamos los trabajadores, en mi opinión, tú ya lo tienes todo decidido. Lo más que puede pasar, caso de que se te encarezca el proyecto, co-mo consecuencia de un acto, para ti siempre hostil, como pudiera ser el ejercicio de huelga, es que intentes acelerar el proceso de desintegración de esta plantilla, pues, que yo sepa, no sueles renunciar a nada y tampoco eludes la pelea, aunque desde tu atalaya, claro.
    Quinto.- Cada vez que mencionas lo orgullosos que todos nos debemos sentir de poseer el mejor marco de relaciones laborales, lo amplías. Llegará un momento en que lo sublimes hasta el espacio sideral, pero me temo que no lo dices pensando en conservarlo y mejorarlo, sino que es tan, tan bueno que bien vale achicarlo, pues tan bueno es que no se notaría demasiado el hurto de un derecho más o menos. Lo mis-mo te pasa cuando mencionas ufano nuestros salarios. Aquí ves la paja en ojo ajeno, quizá para ocultar la viga que tienes en el tuyo. Deberías aclarar de verdad lo de los salarios, pero los de todos, incluido el tuyo, y hacerlos públicos si crees que con eso vas a ganar algo de credibilidad frente a la “aristocracia obrera”, como llamáis los ejecutivos a los trabajadores de aquí.
    Sexto.- Sueles decirnos, cada vez que tienes una oportunidad, que consideras a los sindicatos como pieza fundamental en un estado democrático, pero no especificas para qué. Del mismo modo opinas de los comités de empresa, y los mencionas como necesarios y muy convenientes en el seno de las empresas, pero tampoco explicas para qué. En cualquier caso, es una cuestión de credibilidad hacia quienes hacen declaraciones sobre las cosas, por parte de quienes las reciben. Como deberás com-prender, ni tus actos, y menos aún tus palabras, serán registrados en la Historia, más allá de la tuya propia, si es que algún día decides exponerla públicamente conce-diendo con apostura el derecho de réplica y sin pasagonzalos impunes como los que has venido dando.

    Sin otro particular, el que te escribe: FLORO (empleado 171)

    Florencio Pérez
    Valdemorillo. Junio de 2002

    Escrito del libro «Cartas contestatarias del Trabajo» (Florencio Pérez Villar)

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